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Síntesis inicial
En 2 minutos: el Comité Nobel coronó a María Corina Machado, mercenaria política nominada por Marco Rubio que dedicó su premio a Trump tras promover sanciones que mataron entre 40 000 y 100 000 venezolanos. Este texto demuestra que aplaudió bombardeos navales, hizo lobby para el estrangulamiento económico de su pueblo, firmó pacto con Netanyahu acusado de genocidio, y preparó invasión militar mientras se esconde del pueblo que dice representar. Si solo puedes leer esto, quédate con esto: el Nobel premió a quien causó más muertes que muchos criminales de guerra, transformando la paz en pornografía imperial.
El comité Nobel alcanzó este viernes un nuevo paroxismo en su agonía moral. Al elegir a María Corina Machado ejecutó un acto político deliberado. Lo que recibió el premio es una figura cuya trayectoria puede resumirse en una patología precisa: la del colonizado que identifica su liberación con la sumisión total al amo extranjero. Machado dedicó su Nobel a Trump. Esta obscenidad no es accidental sino constitutiva de lo que el premio representa.
La pornografía de la sumisión
Machado llamó a Trump “valiente” y “visionario” por políticas que mataron a su propio pueblo. Esta inversión del lenguaje moral es síntoma del colaboracionista que experimenta placer en la traición. Trump amenazó con invadir Venezuela, ella aplaudió. Trump desplegó buques de guerra en el Caribe, ella se ofreció como anfitriona local. Trump impuso sanciones que estrangularon la economía, ella hizo lobby para endurecerlas. Este no es pragmatismo sino identificación psicótica con el agresor.
Su discurso fluye sin fisuras porque ha logrado la obliteración total de cualquier instinto de dignidad nacional. Ya no se necesitan administradores coloniales cuando los nativos asumen voluntariamente ese papel. Marco Rubio, actual Secretario de Estado de Trump, la nominó para el Nobel junto a otros congresistas de Florida. El círculo se cierra: Washington nomina, Oslo premia, la mercenaria dedica el trofeo al patrón. Esto no es diplomacia sino proxenetismo institucionalizado.
El precio en cuerpos de niños
Hablemos con precisión de lo que significan las sanciones que Machado promovió. Entre 2017 y 2018, 40 000 venezolanos murieron como resultado directo de las medidas estadounidenses. El relator de la ONU Alfred de Zayas estimó más de 100 000 muertes totales. Detrás de cada número hay un niño con leucemia que murió porque el tratamiento no llegó. Una madre diabética que entró en coma porque no había insulina. Un padre que necesitaba diálisis y murió envenenado por su propia sangre.
DATO CLAVE:
Las sanciones bloquearon transacciones para insulina y diálisis. Niños venezolanos esperaron trasplantes de hígado, riñón y médula ósea que nunca llegaron porque los bancos, aterrorizados por Washington, rechazaban cualquier operación vinculada a Venezuela. La organización SURES documentó cada caso. Pequeños cuerpos que dejaron de respirar mientras Machado y el gobierno interino fantasma se repartían CITGO y las reservas de oro incautadas en Londres. Ella sabía. Cada muerte fue una elección consciente.
Machado trabajó activamente para perfeccionar este dispositivo de exterminio. Realizó lobbying personal en Washington. Cada nueva sanción era una victoria. La lógica era simple: infligir suficiente dolor para que la población derrocara a su gobierno o muriera en el intento. El relator de la ONU Idriss Jazairy fue explícito: las medidas que conducen a la negación de derechos humanos básicos y al hambre constituyen crímenes. Machado los celebraba.
La genealogía del terror
Su trayectoria va del golpe contra Chávez en 2002 hasta hoy. En 2014 fue arquitecta de “La Salida”, estrategia de guarimbas que la prensa occidental llamó “protestas pacíficas”. En realidad fueron campañas de terror donde se tendió alambre de púas a la altura del cuello en las calles, se incendiaron autobuses con trabajadores dentro, se atacaron brigadas médicas cubanas. Las guarimbas dejaron 43 muertos, incluyendo personas quemadas vivas por sospecha de ser chavistas. Machado aplaudía desde su posición privilegiada.
Cuando el montaje con Guaidó fracasó, exigió intervención militar directa. Elliott Abrams, veterano de encubrir masacres en Centroamérica, desestimó su propuesta como “realismo mágico”. Alguien que justificó genocidios consideró su posición demasiado extrema. Machado no es unificadora sino la cara más intransigente, la que ha saboteado sistemáticamente cualquier diálogo. Y ahora recibe el Nobel por “unir a la oposición”. La mentira ya ni siquiera pretende verosimilitud.
Machado ha expresado “apoyo total” a los bombardeos estadounidenses en el Caribe. Cuatro embarcaciones destruidas, la última llena de colombianos. Ella justifica estas ejecuciones sumarias argumentando que el gobierno es “un cartel”. Deshumanizar precede siempre a la masacre. Vive escondida en Venezuela, no del régimen sino del pueblo que dice representar. Esta cobardía define su proyecto: quiere liberar a un pueblo del que tiene terror.
La trinidad del mal
Machado firmó acuerdos de cooperación entre su partido Vente Venezuela y el Likud de Netanyahu, comprometiéndose a fortalecer lazos en “asuntos políticos, ideológicos, geopolíticos y de seguridad”. Prometió trasladar la embajada venezolana a Jerusalén. Esta alianza con un gobierno acusado de genocidio por múltiples organismos internacionales no es accidental. Netanyahu, Trump y Machado forman una trinidad donde cada miembro reconoce en los otros la misma lógica: ciertos pueblos pueden ser sacrificados para mantener el orden deseado. En Gaza, palestinos. En Venezuela, los pobres que dependen de servicios destruidos por sanciones.
Netanyahu nominó a Trump para el Nobel. Rubio nominó a Machado. Machado dedicó su Nobel a Trump. El circuito es perfecto. Los arquitectos del sufrimiento se reconocen, se premian, se celebran. Mientras Gaza arde y Venezuela sangra, ellos posan y hablan de democracia. La obscenidad desafía la sátira.
Trump respondió con condescendencia paternalista: “Me llamó y dijo que aceptaba el premio en mi honor porque yo realmente lo merecía”. El intercambio tiene la calidad de una transacción entre proxeneta y prostituta. Cada parte entiende la naturaleza económica de la relación. No hay amor ni ideología, solo cálculo.
La figura que el Nobel no puede tolerar
Greta Thunberg tiene 22 años. A los 15 inició una huelga escolar que se transformó en movimiento global. En 2025 se unió dos veces a flotillas humanitarias con destino a Gaza, arriesgando su libertad para romper el bloqueo israelí. Fue arrestada, encarcelada, maltratada en prisión israelí. Nunca cedió. El comité Nobel la ignora sistemáticamente porque no sirve a ningún interés geopolítico occidental. Su activismo es genuinamente pacifista, lo que lo hace inaceptable.
El contraste ilumina la verdadera función del Nobel. Thunberg desafía el capitalismo global. Machado lo defiende. Thunberg exige justicia climática que amenaza corporaciones. Machado promete privatizaciones. Thunberg solidariza con Palestina. Machado pactó con Netanyahu. La elección entre ambas no fue difícil para el comité. Eligieron a quien promete mantener el orden existente. Eligieron, como siempre hicieron con Kissinger y Obama, la violencia disfrazada sobre la paz auténtica.
“La libertad no se mendiga, se conquista con el filo de los machetes.”
– Juan Montalvo –
Conclusión
El Nobel de la paz es ahora un certificado de colaboración imperial. Machado representa al colonizado que internaliza al colonizador hasta la disolución psíquica completa. No tiene programa más allá de servir al imperio. Su dedicatoria a Trump no fue táctica sino expresión auténtica de una subjetividad formada por la lógica colonial. Ella no finge sumisión. La vive como liberación, la practica como vocación, la defiende como virtud.
Existen en Venezuela numerosas mujeres que luchan contra Maduro sin traicionar a su pueblo, sin pedir bombardeos, sin celebrar la muerte de niños por falta de insulina. El comité las ignoró deliberadamente. Eligió a quien prometía máxima docilidad ante Washington. Esta elección no fue error sino expresión precisa de lo que el Nobel representa: un premio a la colaboración más abyecta.
La paz está muerta y su cadáver se pudre en Oslo. Machado recibió ese cadáver y lo dedicó a Trump, completando un circuito de degradación moral que no admite redención. El comité Nobel se transformó en lo que siempre temió ser: un instrumento más del imperio, una agencia de legitimación donde se premia a quienes facilitan masacres. Cada niño venezolano que murió esperando insulina es testimonio de esta traición. Cada cuerpo en Gaza bajo las bombas de Netanyahu es prueba de esta complicidad. Cada embarcación colombiana bombardeada en el Caribe es evidencia de esta barbarie.
El Nobel de la paz no necesita reforma. Necesita abolición. Mientras exista, seguirá premiando a mercenarios como Machado, seguirá legitimando genocidios como el de Gaza, seguirá convirtiendo la paz en pornografía y la democracia en sinónimo de sumisión. Oslo ya no es la capital simbólica de la paz sino el burdel donde se vende el alma de los pueblos al mejor postor imperial…
G.S.
Fuentes
Fuentes primarias
- 2025 Nobel Peace Prize – Press release, NobelPrize.org, 10 de octubre de 2025
- Report Finds US Sanctions on Venezuela Are Responsible for Tens of Thousands of Deaths, CEPR, 25 de abril de 2019
- US sanctions violate human rights and international code of conduct, OHCHR, 6 de mayo de 2019
Fuentes secundarias
- What Nobel Winner María Corina Machado Said About Donald Trump, Newsweek, 10 de octubre de 2025
- Nobel Peace Prize for Anti-Maduro Leader “Opposite of Peace”, Democracy Now!, 10 de octubre de 2025
- When María Corina Machado wins Nobel Peace Prize, “peace” has lost its meaning, Peoples Dispatch, 10 de octubre de 2025
- Trump speaks with Nobel Peace Prize winner, CNN Politics, 10 de octubre de 2025
- The Making of María Corina Machado, Caracas Chronicles, 16 de marzo de 2025


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