El 3 de septiembre de 2025 el Senado eligió a Carlos Camargo como magistrado de la Corte Constitucional. No ganó el mérito, ganó la maquinaria. Lo sé porque revisé el expediente público, las denuncias y el mapa de favores. Las cifras no mienten, los discursos tampoco cuando se leen despacio.
LO QUE ACABA DE PASAR
El miércoles 3 de septiembre, con 62 votos frente a 41 para María Patricia Balanta, el Senado impuso a Carlos Camargo en la Corte Constitucional. La sesión fue anunciada como ejemplar, “transparente e independiente” por la propia mesa directiva. El voto fue secreto, el resultado no. El gobierno perdió el pulso, la oposición celebró equilibrio de poderes, los titulares hablaron de derrota política, y la aritmética dejó un rastro de 62 voluntades alineadas con la vieja política.
No hubo sorpresa. Desde la víspera, los conteos de fuerzas pintaban a Camargo como favorito. La terna venía de la Corte Suprema. El reemplazo es para el cupo de José Fernando Reyes. Ocho años de poder para un abogado forjado en la Defensoría del Pueblo de Iván Duque, el CNE y Fedepartamentos, con vínculos orgánicos con el conservatismo.
CÓMO SE COCINÓ
No fue un concurso de méritos. Fue una coreografía de favores. La narrativa pública llamó “independencia” a lo que huele a correspondencia. Investigaciones periodísticas como las de RTVC Noticias y El Tiempo documentaron un patrón de contratos, cuotas y nombramientos en la Defensoría del Pueblo bajo Camargo, incluyendo vínculos con familiares de magistrados de la Corte Suprema que lo ternaron. También la Fiscalía abrió una indagación penal por la compra y uso de un software de vigilancia que, según denuncias, habría servido para espiar a sindicalistas. El caso está en curso y las inspecciones judiciales ya fueron practicadas.
La Silla Vacía mostró además un caso emblemático. Entre 2022 y 2024, la Defensoría de Camargo adjudicó tres contratos que suman 200 millones de pesos a Esperanza Andrade, entonces fuera del Senado, hoy senadora conservadora que votó con la bancada promotora de Camargo. El detalle de fechas y montos está publicado. Usted puede revisarlo. Yo lo hice.
Este mecanismo no es aislado. A lo largo de su paso por la Defensoría, Camargo consolidó una red de favores burocráticos que lo proyectaron hacia la Corte. La promesa de contratos se convirtió en la moneda de cambio habitual: puestos para familiares de congresistas, asesorías exprés y cupos en oficinas regionales. Todo estaba orientado a construir un capital político que hoy rinde frutos en forma de toga.
EL DISCURSO DEL MIEDO
Para legitimar la imposición hubo un libreto. Primero, instalar pánico moral: “se salvó la Constitución”, “se blindó la democracia”, “se frenó el petrismo”. Después, acusar a Balanta de ser ficha del Gobierno, aunque su trayectoria en la rama judicial y su ternación por la Corte Suprema desmienten la caricatura. Al final, convertir la palabra “equilibrio” en coartada de un desequilibrio real. Los mismos actores que celebraron reelecciones “compradas” en el pasado ahora se presentan como custodios de la república. La prensa de siempre ayudó a encuadrar el relato.
El recurso al miedo no es nuevo. Cada vez que un sector de poder teme perder influencia, aparece la amenaza de la constituyente, el fantasma del chavismo, la idea de elecciones aplazadas. Son mitos reciclados, fáciles de vender a una opinión pública saturada de desinformación. Funcionan porque instalan desconfianza en el gobierno de turno y blindan a quienes realmente manejan las palancas del poder.
QUÉ ESTÁ EN JUEGO
La nueva composición no es un asunto ornamental. Define el control de constitucionalidad sobre las reformas sociales, los contenciosos electorales, los derechos fundamentales y las reglas del juego institucional durante al menos cinco años. El País lo dijo sin eufemismos, El Colombiano lo remarcó, y el propio Senado vendió la cita como “definitiva para el país”. No exageraban.
Que un magistrado con pasado cuestionado llegue a esa instancia significa más que un simple nombramiento. Significa que los fallos sobre salud, pensiones, derechos laborales, libertad de prensa y garantías electorales estarán atravesados por compromisos políticos. Significa que la narrativa de “equilibrio de poderes” puede usarse para frenar transformaciones sociales legítimas. Significa que la Corte, que debería ser contrapeso, corre el riesgo de volverse ariete de la oposición.
EL PERFIL QUE NO CONTARON EN LA TARIMA
Camargo no llega virgen a la Corte. Llega con un prontuario de gestión cuestionada en la Defensoría, cercanías conocidas a jefes conservadores y un expediente abierto por el laboratorio digital que su administración montó con recursos del BID. Su tránsito por Fedepartamentos y el CNE tejió relaciones útiles. Su campaña de lobby en el Capitolio fue pública. La independencia, en este contexto, es una palabra gastada.
La prensa oficialista evita recordar sus tropiezos. Como aquel episodio viral en Chocó cuando, transmitiendo en vivo, no supo responder y se volvió meme nacional. No es anecdótico: muestra la falta de preparación técnica de quien ahora decide sobre la Constitución. El contraste con Balanta, con décadas de trayectoria judicial, es tan evidente que solo el cálculo político explica el resultado.
LAS CUENTAS QUE NO FALLAN
Sesenta y dos votos no se consiguen con un buen CV. Se tejen. La W ya advertía días antes un cierre cabeza a cabeza. El desenlace mostró que las “reglas de transparencia” incluyeron restricciones de acceso al recinto que favorecían al bloque de Camargo y, sobre todo, una operación fina de jefes partidistas que no rinden cuentas a nadie. Quedó también la pelea sobre dos votos de Cambio Radical, que ilustró otra verdad incómoda: la política real se cocina en directorios, no en audiencias públicas.
La celebración posterior lo confirmó. Abrazos entre viejos caciques, sonrisas satisfechas, discursos sobre independencia. Una liturgia hipócrita que oculta lo obvio: los votos se compran con favores, no con argumentos.
LA CORTINA DE HUMO SOBRE BALANTA
La campaña sucia contra María Patricia Balanta buscó fabricar una amenaza inexistente. Jurista de carrera, ternada por la Corte Suprema, sin militancia partidista visible, fue pintada como brazo del Gobierno para justificar el cerrojo. Juristas recordaron además que la Corte no funciona como parlamento en bloques cerrados. En 2023 y 2024, el 70 por ciento de fallos fueron unánimes, incluso en temas sensibles. No hacía falta mentir para ganar. Eligieron mentir igual.
El señalamiento contra Balanta repite una vieja táctica: deslegitimar a una mujer independiente para favorecer a un hombre con conexiones políticas. Se hizo con otras magistradas en el pasado, y se repite hoy. El mensaje implícito es brutal: la independencia femenina incomoda más que la obediencia masculina.
LA LECCIÓN TÓXICA
El mensaje al país es claro. Si quiere llegar a las altas cortes, no se mate estudiando. Consiga padrinos, engrase vínculos, reparta contratos, abrace a los que cuentan. La “meritocracia” queda para discursos motivacionales. La “independencia” queda para ruedas de prensa. El resto es la misma política de siempre con toga recién planchada. Los aplausos del Centro Democrático, Conservadores y Cambio Radical no celebran una teoría jurídica, celebran la continuidad de un ecosistema de poder.
Y no es la primera vez. El cártel de la toga dejó magistrados enjuiciados por vender decisiones. La reelección de Álvaro Uribe fue comprada en el Congreso con notarías y favores. La puerta giratoria entre política y justicia se volvió costumbre. Este nombramiento es apenas un capítulo más de esa saga de corrupción institucionalizada. La historia reciente muestra que las élites nunca sueltan el control, apenas lo maquillan.
MEMORIA Y RESPONSABILIDAD
No acepto el chantaje semántico que llama “equilibrio” a la captura institucional. No acepto el dogma que reduce la Constitución a una foto con corbatas. La justicia ya fue golpeada por el cártel de la toga. La única vacuna es la memoria. Hoy corresponde registrarla, con nombres, cifras y fechas.
“Las crisis son aprovechadas por las élites como oportunidades para profundizar su control.”
– Naomi Klein –
LO QUE VIENE
Vendrán sentencias que definirán la vida material de millones. Vendrán cautelares, demandas, choques de trenes. El Gobierno, derrotado en el Senado, tendrá que litigar con rigor. La ciudadanía tendrá que vigilar sin ingenuidad. La prensa tendrá que abandonar el confort de los lugares comunes y estudiar los expedientes de verdad. Yo seguiré lo que importa. La legitimidad no se decreta, se prueba. ¿Permitiremos otra década de clientelismo con toga.
La respuesta depende de una memoria activa y de una vigilancia colectiva. Si aceptamos la normalización del clientelismo en la Corte, mañana despertaremos con menos derechos, menos justicia y menos democracia. Esa es la advertencia que queda grabada en esta elección…
G.S.
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